''Qué importa ser poeta o ser basura''
Decía Extremoduro.
Yo elegí basura.

martes, 21 de octubre de 2014

Principio, final.

Las mejores o peores palabras que pueden existir jamás. Son las palabras que más daño hacen, que más poder tienen, que son capaces de cambiar todo el curso de una vida en un solo momento, con solo extender un poco los labios y soltar el aire, en un susurro, <<final>>.

Suena atroz, impasible, imborrable, incambiable. Tiene un cierto sabor a muerte y es que, muchas veces, los finales matan por dentro. Pero no son solo los finales de lo que hablo, también me refiero a los principios, que aunque suenen a mejora, el término incluye cambios, y los cambios no siempre son buenos. Creo que de cambios aún nos queda mucho por aprender.

Comenzaré, paradójicamente, por el principio: lo hermoso, lo esperanzador. Es la época de la vida en la que la felicidad lo llena todo. La infancia es el principio, la época de inocencia, de "quiero ser mayor", de no conocer el mundo. Bendita ignorancia, quien la tuviera de nuevo.

Pero yo me refiero a los principios de pequeñas historias particulares que, aunque de primeras parezcan insignificantes, terminan por desencadenar cosas enormes: un beso sin importancia en un parque una tarde de julio no debería ser nada más importante que eso, un simple beso. Por eso los principios son los más peligrosos: porque nunca sabes lo que verdaderamente van a desencadenar tus pequeñas e inocentes acciones.

Hablo de amor. Amor: otra palabra que también me aterra. Creo que debería definirlo como ese algo que se crea en un principio, se desarrolla durante un espacio de tiempo, y conduce a un final, que suele ser, por lo general, catástrofico. He de advertios algo sobre el amor: es imprevisible; aparece cuando menos te lo esperas, y cuando llega ya no hay marcha atrás: estás perdida.

Y crece, crece, crece.

Te llena por dentro, tu vida ya no tiene sentido si no es con el amor, no comprendes nada más allá de eso. Y la sensación es hermosa, es como flotar.

Pero un día, de repente, desaparece y...

Zás, se acabó.

Puede ser él, puede que te deje de querer, puede que quiera a otra, puede que se haya cansado de ti; o puedes ser tú la que ya no sientas lo mismo, o simplemente podeís ser los dos. Y eso lleva al irrevocable y trágico final, a la soledad total, al destierro emocional. Pero solo va a ser en este momento cuando entiendes que los principios no son tan hermosos, y puede, incluso, que te arrepientas de todo, puede, solo puede. También puede que te repitas entre lágrimas, todas las noches: "Ya no le quiero, ya no le quiero, ya no le quiero"

Vaya, parece que ahora le quieres más.

Y aquí comienza el infierno, el de no poder tocarle, ni sentir su piel contra la tuya, ni amarle... Tener que callar tantas verdades, tantos sentimientos. Pensar que no volverás a compartir tu historia con él nunca más, que ya no es parte de tu vida, ya no hay momentos infinitos en lugares remotos junto a él.

Ya no te va a hacer el amor, no.

Ni hoy, ni mañana, ni nunca.

Esta noche estás sola, preciosa.

Porque se acabó, es el final.

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