''Qué importa ser poeta o ser basura''
Decía Extremoduro.
Yo elegí basura.

jueves, 25 de junio de 2015

Adiós.

Grité ''te quiero'' y no me escuchaste.

Lo repetí, mil veces, y tú sabías que podías oírlo. Pero ni te molestaste en girarte y mirarme a los ojos. Te di todas las oportunidades que mi alma me permitió, y las dejaste pasar. Yo me agoté, y decidí que quizá no era el momento, el lugar, o quizás simplemente no eras tú. Te grité lo que pasaba, te grite todo lo que te necesitaba, tanto que podría afirmar que me oyeron hasta en Madrid. Pero no te giraste, creo que esperabas a que lo hiciera yo, como siempre, querías que te diera otra vez la victoria, que volviera a mi silencio y a mi conformismo. Creías que no pasaría.

Hasta que me di la vuelta y eché a correr. Adiós. Quería ser libre, y cuanto más corría, más libre era. No me haces bien, más bien, todo esta mal. Pudiste arreglarlo. No te culpo. En realidad, sí, sí lo hago. También me culpo, podía haberme ido antes. O podía no haberlo hecho. Te echo de menos pero necesito estar aquí, lejos. Al menos aquí puedo respirar. Puede que algún día te des cuenta, pero será demasiado tarde, ya no estaré; y habrás comprendido como te necesitaba y tú no venías, no estabas. Nunca estabas. Pensabas en ti y el bien que yo te hacía, pero no pensabas en mí y en el mal que me hacías. Deberías haberlo comprendido antes.

Pero, lo peor, de lo que más me arrepiento, es de haberme girado mientras corría. No pude evitarlo, tenía que verte una última vez. Y te vi mirándome, desconcertado, y por un momento, sentí el impulso de correr a tus brazos. No, no podía. Ya había tomado mi decisión.

Era un adiós definitivo, aunque te necesitaba para existir.

Inexistencia.

La mente es el peor enemigo del ser humano.

Siento constantemente cómo algo dentro de mí grita, golpea unas paredes invisibles y se lleva las manos a la cabeza en un intento desesperado de dejar de escucharse. Creo que soy yo, o mi mente, intentando hablarme. Admito mis idas, mis venidas, mis defectos y mis ataques de pánico. Soy consciente de mi temor a la oscuridad porque me siento sola, y también conozco mi miedo a estar rodeada de gente, y la sensación de agobio que me produce.

Solipsismo. Lo definen como la creencia de una persona que está convencida de que solo existe él en sí mismo. Tiendo al solipsismo. A veces, estoy rodeada de personas y me da miedo porque me siento sola, los veo como simples reflejos imperfectos de algo que en realidad no existe. De ahí viene mi miedo, porque es una sensación tan solitaria y a la vez hay tantas personas rodeándome que me desespera.

Y esa voz dentro sigue gritando, deseando escapar... Deseando decirle al mundo lo que pienso, lo que me gustaría que hicieran, solo quiero que me entiendan...

Nadie lo hace. Todo el mundo está concentrado en sí mismo. Yo no me excluyo, seguro que hay otras muchas personas con su cabeza gritando que quieren ser escuchadas y yo no las escucho. Somos así, no podemos salvar a todos. No podemos ayudar a otros porque nadie nos ayuda a nosotros. Estamos todos paranoicos.

Puede que sea yo la única paranoica, o la única cuerda en un mundo de idiotas. Me domina la impotencia, la de no poder decir que me pasa porque no me escuchan, la de que personas a las que necesito no estén ahí, o no quieran estarlo. Todos nos quieren cuando estamos bien y felices, que casualidad. Dime, ¿quién se queda cuando las cosas se tuercen? Podría contarlos con un mano, o quizás ni eso. Nadie quiere que otra persona le amargue con sus problemas, y esto es así.

Mientras, mi voz ahogada y silenciosa grita hasta quedarse sin habla, mientras intento hacerla callar.

martes, 16 de junio de 2015

Poemas fracasados (II)

Y volar...

Vivimos en el deseo constante
de coger las maletas y desaparecer.
Lejos...

Sin dejar rastro, sin avisar.
Un día estamos, al siguiente no.
Y quien no lo haya sentido nunca
no es humano.

Simplemente empezar de nuevo,
resetear y volver a avanzar.
Los errores no están,
ni los aciertos.

Las calles tienen un tono diferente
cuando nunca las has pisado;
luego huelen a monotonía,
se difuminan.

Correr, correr, correr,
levantar el vuelo,
no parar nunca,
sentirse vivo.

Sin ataduras.
Simplemente
libre,
y volar...





Poemas fracasados (I)

No morimos cuando muere nuestro cuerpo.
En realidad,
una persona muere cuando cae en el olvido.
Puede que entonces
existan muertos en vida, simplemente existiendo.
Tú me olvidaste,
como olvidas los granos de arena y las gotas del mar.
Y yo me morí.