''Qué importa ser poeta o ser basura''
Decía Extremoduro.
Yo elegí basura.

sábado, 25 de octubre de 2014

Amor en lata.

Hoy ya no te quiero.

Hoy me quiero a mí, a mi rostro, a mis labios y a mis ojos. Hoy soy capaz de comprender que la que tiene que aguantar mis días malos, mis tonterías, mis enfados y mis manías tengo que ser yo, no otra persona. Tú no tenías que aguantarme, tenías que quererme. Yo nunca he buscado ser alguien que otra persona tenga que soportar; yo busco hacer feliz a otra persona.

Para soportarne ya estoy yo, que convivo conmigo misma.

Por eso, hoy me voy a querer a mí.

Mi amor es caro, no pienso malgastarlo, ni tampoco perder mi tiempo en cosas que no merecen la pena. Prefiero malgastar mi tiempo siendo feliz.

Espero que tu seas feliz con ella. De verdad, lo espero. Espero incluso que llegue a quererte la mitad de lo que yo te quise, aunque ya me parece mucho; pero es que, chico, no sabes lo mucho que te quise y todo lo que habría estado dispuesta a dar por ti. Habría esquivado balas por ti.

Pero adelante, si te gusta ese otro amor falso no te culpo: sigue comprando amor del que viene en lata, sigue buscando amor en las esquinas las noches de sábado. Pero, ¿sabes qué? Poco conozco del amor, pero sé lo sufiente para decirte que ese amor no es del bueno, y que, todas las noches, al llegar a tu cama, seguirás igual de solo. Yo ya no voy a estar ahí para jugar contigo entre las sábanas, para que nuestros cuerpos desnudos se abracen. No, no estaré. Ni hoy, ni mañana, ni nunca.

Siento tener que ser yo quien te lo diga, pero ya nadie te va a llevar a ver las estrellas nunca más.

martes, 21 de octubre de 2014

Principio, final.

Las mejores o peores palabras que pueden existir jamás. Son las palabras que más daño hacen, que más poder tienen, que son capaces de cambiar todo el curso de una vida en un solo momento, con solo extender un poco los labios y soltar el aire, en un susurro, <<final>>.

Suena atroz, impasible, imborrable, incambiable. Tiene un cierto sabor a muerte y es que, muchas veces, los finales matan por dentro. Pero no son solo los finales de lo que hablo, también me refiero a los principios, que aunque suenen a mejora, el término incluye cambios, y los cambios no siempre son buenos. Creo que de cambios aún nos queda mucho por aprender.

Comenzaré, paradójicamente, por el principio: lo hermoso, lo esperanzador. Es la época de la vida en la que la felicidad lo llena todo. La infancia es el principio, la época de inocencia, de "quiero ser mayor", de no conocer el mundo. Bendita ignorancia, quien la tuviera de nuevo.

Pero yo me refiero a los principios de pequeñas historias particulares que, aunque de primeras parezcan insignificantes, terminan por desencadenar cosas enormes: un beso sin importancia en un parque una tarde de julio no debería ser nada más importante que eso, un simple beso. Por eso los principios son los más peligrosos: porque nunca sabes lo que verdaderamente van a desencadenar tus pequeñas e inocentes acciones.

Hablo de amor. Amor: otra palabra que también me aterra. Creo que debería definirlo como ese algo que se crea en un principio, se desarrolla durante un espacio de tiempo, y conduce a un final, que suele ser, por lo general, catástrofico. He de advertios algo sobre el amor: es imprevisible; aparece cuando menos te lo esperas, y cuando llega ya no hay marcha atrás: estás perdida.

Y crece, crece, crece.

Te llena por dentro, tu vida ya no tiene sentido si no es con el amor, no comprendes nada más allá de eso. Y la sensación es hermosa, es como flotar.

Pero un día, de repente, desaparece y...

Zás, se acabó.

Puede ser él, puede que te deje de querer, puede que quiera a otra, puede que se haya cansado de ti; o puedes ser tú la que ya no sientas lo mismo, o simplemente podeís ser los dos. Y eso lleva al irrevocable y trágico final, a la soledad total, al destierro emocional. Pero solo va a ser en este momento cuando entiendes que los principios no son tan hermosos, y puede, incluso, que te arrepientas de todo, puede, solo puede. También puede que te repitas entre lágrimas, todas las noches: "Ya no le quiero, ya no le quiero, ya no le quiero"

Vaya, parece que ahora le quieres más.

Y aquí comienza el infierno, el de no poder tocarle, ni sentir su piel contra la tuya, ni amarle... Tener que callar tantas verdades, tantos sentimientos. Pensar que no volverás a compartir tu historia con él nunca más, que ya no es parte de tu vida, ya no hay momentos infinitos en lugares remotos junto a él.

Ya no te va a hacer el amor, no.

Ni hoy, ni mañana, ni nunca.

Esta noche estás sola, preciosa.

Porque se acabó, es el final.

lunes, 20 de octubre de 2014

Quizás el mundo no estaba hecho para un nosotros.

Puede que las praderas de flores se marchiten, que los bosques sean talados, puede que la arena de la playa se vuelva demasiado dura. Puede que te vayas.
Quizás las cosas cambian, hemos perdido ese algo especial; quizás nuestros lugares dejen de ser nuestros y se conviertan en un lugar más, sin importancia.
Siempre he tendido a ilusionarme demasiado en el amor o a apartarme de él, a esquivarlo. Aún intento entender por qué ninguna de las dos nunca funciona. Quizás sea mejor que me rinda, pero, por otra parte, me es imposible: en cuanto abandono una idea, caigo irremediablemente en la otra.
He intentado alejarme del amor, dejarlo de lado, pero siempre termino en un agujero negro sin salida y, al final, me rindo siempre, decido darle una oportunidad, "la última", decido confiar, y al final termino en el mismo pozo negro de antes. Haga lo que haga, el resultado es el mismo.
Quizás algún día la primavera sea eterna; quizás las nubes no volverán a tapar el sol. Quizás llega el día en el que alguien pueda llegar a ser tan feliz en aquel viejo colchón como he llegado a serlo yo.
Quizás algún día la vida tenga sentido vivirla.