''Qué importa ser poeta o ser basura''
Decía Extremoduro.
Yo elegí basura.

domingo, 16 de marzo de 2014

Reflexiones en tinta con manchas de soledad.

A veces recuerdo cuando mi madre descubría cada mañana los pañuelos mojados en lágrimas de la noche anterior. Ella siempre preguntaba qué había pasado y yo, sabiendo que era imposible describirle cómo había estado toda la noche llorando y ese insufrible vacío que sentía dentro de mí, me limitaba a darme la vuelta sobre mí misma en la cama y a hacer que seguía durmiendo. Ella insistía, pero yo nunca decía nada. Quizás a la larga eso fue malo, porque la oscuridad se iba apoderando de mí cada vez más, impidiéndome respirar. Pero, ¿cómo iba a decirlo, si nadie podía entenderme? Yo lo veía cada día, observaba y me daba cuenta de lo lejos que están las personas de comprender. Además, si ellos cada día se empeñaban en destruirme, me ponían las mayores trabas para que cayera, me olvidaban, me despreciaban, ¿cómo pretendían que les explicara a ellos, los causantes de mi infierno, lo que ocurría? No, no podía hacerlo. Tampoco podía dejarme vencer. Nadie nunca ha muerto por falsos amigos que te fallan, por una familia que no te entiende o por gente que dice ''te amo'' que luego son falsos. ¿O quizás sí? Igual si es posible morir de soledad. De todas formas, siendo posible o no, hubo un tiempo en el que verdaderamente me sentía muerta.
Para mí es complicado hablar de esto, y vosotros podéis tomarlo como ficción, al fin y al cabo esto es una entrada más de uno de los miles de blogs cutres que hay en el mundo. Yo sólo digo que las cosas que escribo es porque las siento o las sentí. Podría decir que hay mucha gente que debería sentirse culpable, pero ¿culpable de qué? ¿De destruirme? Quizás soy yo la que se autodestruye, al fin y al cabo. Además, hay una gran cantidad de personas que se regocijarían al leer esto. A veces pienso que mi soledad me la he buscado yo sola, que he sido únicamente yo la que ha ido apartando gente de mi camino. De todas formas, si me he buscado mi soledad es porque he tenido motivos para ello. Y si hago un repaso a mi vida podría hacer una larga lista de hijos de puta (no hay otro término para definirlos) que no han sido precisamente benévolos conmigo. También puede ser que no esté sola, que todo sean imaginaciones mías y en realidad no todo el mundo sea idiota. Sea como sea, yo me siento así.
He llegado a la conclusión, tras mucho meditarlo, de que jamás podré ser feliz. Haga lo que haga, siempre voy a sentir la sensación de estar sola, aunque esté rodeada de miles de personas. No es que sea una paranoia ni tampoco estoy loca, tiene su lógica: a la hora de la verdad, todos estamos solos. Puedo apostar que cuando termines tus estudios, cuando encuentres trabajo, te cases, tengas hijos o logres tu mayor sueño todo el mundo estará ahí dándote la más sincera enhorabuena y apoyándote; pero, ahora decidme, ¿si os quedáis en la más absoluta miseria alguien os ayudaría y os donaría parte de sus riquezas? Yo, sinceramente, lo dudo mucho. Y, más importante aún, si algún familiar vuestro enfermase y muriese, decidme, ¿dónde vais a encontrar a alguien que comprenda exactamente lo que estáis pasando y os ayude? Yo os lo diré, en ninguna parte. Podréis dar con alguien que os consuele pero todos (y me incluyo) estarán pensando para sus adentros que suerte la suya que no han sido ellos los que han tenido que sufrir semejante mal. Y esa es la principal verdad del ser humano: somos todos unos jodidos hipócritas.
Pero, por encima de todo esto, hay otro hecho en el que de verdad es cuando nos damos cuenta de lo solos que estamos: la muerte. Nadie va a morir con nosotros ni nos va a ayudar a morir más alegremente, no. Sentirán lástima, eso sí, puede que incluso sufran, pero en sus adentros no son ellos los que se están muriendo y la vida sigue. Nadie va a detener su vida por un muerto que, al fin y al cabo, está muerto. No va a volver. Tolstói ya lo sabía: su pobre Iván Illich murió solo, a pesar de haber llevado una vida rigurosamente convencional y aparentemente perfecta.
Y por eso, estoy sola. Yo no me hago falsas ilusiones, prefiero verlo de esta forma porque, al final llegará un momento en el que comprenda que verdaderamente todo esto es verdad. Y, volviendo al principio, esta soledad inevitable a veces se empeora si la juntamos con la soledad que aparece cuando todo el mundo te falla. Esa sí que es la soledad mala, la que destruye. Esa ha sido la soledad por la que tantas veces me he dejado arrastrar y por la que seguiré dejándome arrastrar. Por eso siempre digo que ''tengo un infierno interno''. Ése es el infierno: la soledad. No hay más que eso dentro de mí, y ese es el motivo de toda mi oscuridad. Pero esto no fue cosa de un día: fue poco a poco, mientras pasaban los años, las personas y las decepciones. Todo se acumula y... eclosiona.
Quizás si es posible morir de soledad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario