''Qué importa ser poeta o ser basura''
Decía Extremoduro.
Yo elegí basura.

sábado, 1 de febrero de 2014

Microcuento: Un infierno interno

Confió en el mundo, y fue su peor error. Pobre ingenua, la mataron poco a poco, por dentro. Acabaron con todo lo que tenía, le arrancaron el alma a pedazos. Y así fue, que todas las noches terminaba llorándole a la almohada, mientras por el día fingía que nada le importaba. Ella no estaba preparada para el mundo, y llego el momento en el que comprendió que jamás podría vencer, que era demasiado buena, demasiado sensible para soportarlo, no encajaba en este mundo despiadado y cruel.
Empezó a destruirse. Pobre niña, tan hermosa y buena, tan ingenua e influenciable. Ella sabía que no podía dejarse morir por la aplastante sociedad, no podía seguir sus estúpidos prejuicios y normas y, sin embargo, lo hizo. Y cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo ya era demasiado tarde, ya no podía remediarlo. Ella misma se había vuelto su peor enemiga, su cabeza era una cárcel y no podía escapar de ella. Siguió destruyéndose, desangrándose por dentro, consumiéndose lentamente. Estaba sola, o ella creía que estaba sola, porque en realidad no lo estaba. Y es que el principal problema de tener un infierno dentro es que crees que estas solo cuando en realidad no lo estás. Cada día era una maldita tortura; la muerte ya no le parecía tan grave, en realidad, era la única salida que veía para calmar el dolor.
El peor momento era la hora de enfrentarse al espejo. No se gustaba, se odiaba. Odiaba su cuerpo con todas sus fuerzas, se daba asco. En el espejo solo veía sus monstruos. Y de repente, rompía a llorar. Era lo único que podía hacer; pero su infierno seguía ahí.
Así, día tras día, semana tras semana, mes tras mes, muriendo lentamente.
Se desangra. Me desangro.

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